En la ciudad minera de gran altitud de Potosí (Bolivia) tres hombres en diferentes etapas de la vida se adentran cada día en la misma montaña, arriesgándolo todo por una paga a corto plazo y unos sueños olvidados hace mucho tiempo.
Minero es un documental sobre el trabajo, la fe y la silenciosa trampa de la supervivencia económica en el interior de una de las minas de mayor altitud del mundo.
Potosí, Bolivia. Una de las ciudades más altas de la Tierra. Aire frío. Poco oxígeno. Una montaña minada desde hace más de quinientos años.
Dentro de esa montaña, los hombres siguen yendo a trabajar todos los días. Se arrastran por túneles estrechos y oscuros con linternas frontales y dinamita. Perforan, explotan, palean y transportan. Algunos creen que el diablo vive en la mina. Le dejan ofrendas -cigarrillos, hojas de coca, alcohol- a cambio de protección. La mayoría sólo espera salir de una pieza.
Seguimos a tres mineros. Un adolescente, que acaba de empezar, que dice que sólo está allí para ahorrar dinero para la facultad de odontología. Un hombre en la treintena, que una vez dijo lo mismo, pero se quedó – porque el dinero era demasiado bueno para dejarlo, y no lo suficientemente bueno para irse. Un veterano, orgulloso y firme, que ha pasado la mayor parte de su vida en la mina y dice que morirá allí.
Esta es una historia sobre el trabajo. Sobre lo que hace la gente cuando las opciones son pocas. No es ruidosa. No es dramática. Es el tipo de trampa silenciosa que se construye lentamente -día a día, año a año- hasta que se convierte en vida.
Minero trata de la distancia entre la intención y la realidad, de lo que ocurre cuando las decisiones a corto plazo se convierten en vidas permanentes. No es una película sobre la plata o la superstición.
Trata sobre el trabajo, las creencias y los sistemas que moldean la vida de las personas cuando, para empezar, no hay muchas opciones.