‘Les Filles de Sète’ surge tras un encontronazo casual con la que sería una de nuestras protagonistas: Agnès. Ella nos introdujo en el curioso mundo que su grupo de amigas jubiladas había construido en la «Rue de Tunis», una calle de un pequeño pueblo francés. A través de ellas aprendimos sobre una realidad que toca poco a los jóvenes: la jubilación.
La palabra jubilación viene de ‘jubilare’, que se define como alegría viva que se manifiesta al exterior. Sin embargo, ¿es así como la afronta la mayoría?
Josy, Agnès, Cecile, Nathalie, Ghislaine, Brigitte y Barbara son siete mujeres que están experimentando esa etapa de la vida en la que a veces sienten que ya no son tan necesarias, se acomplejan de su edad o les impresiona el paso del tiempo. Sin embargo, durante el documental podréis observar cómo juntas son capaces de disfrutar de la tarea de afrontar nuevos retos y experiencias.
Las siete protagonistas —con su forma de vida particular— siguen descubriendo nuevas facetas suyas. Incluso identifican esta etapa como una “vuelta a la infancia”: retoman una sensación de libertad que suele disfrutarse sobre todo cuando somos niños. Además, veremos que la pandemia o el miedo al ridículo no son un obstáculo para lograr sacar adelante su proyecto común: un espectáculo musical callejero muy poco habitual.

“Premiado en numerosos festivales europeos, ‘Les filles de Sète’ es un documental que se presenta con calidad de cuento de hadas. Aquí las hadas son mujeres jubiladas. Una historia de siete mujeres que exprimen su creatividad hasta tal punto que se hacen con las calles.
Andrés Ribagorda y Pablo Jimeno firman este cortometraje documental que se adentra en la “rue de Tunis”, en una pequeña localidad de Francia llamada Sète. Siguiendo las bases de lo que Agnès Varda hacía en sus cortos documentales, ‘Les filles de Sète’ cuenta con una mirada muy personal e íntima; no solo por las mujeres que habitan en el cortometraje, sino por la perspectiva desde la que los directores firman a sus participantes.
La sororidad de esas mujeres que se ayudan las unas a las otras conforman una peculiar forma de colectividad que está presente en la vida del artista, que casi siempre crea en comunidad. La pandemia, como suceso tangencial de la historia, acompaña a la trama, pero no la lidera, y se hace eco del espíritu de esas mujeres que quieren seguir creando y entreteniendo al pueblo con sus intervenciones artísticas. Divertida, hipnótica y cercana, la obra de estos dos jóvenes estudiantes de cine aspira a ser algo más que un simple cortometraje.”
Alberto Vandenbroucke, colaborador de la revista de cine 35 Milímetros y del programa de Onda Cero Kinótico






